Logística inteligente: cómo pasó de apéndice contable a cerebro estratégico con datos – Articulo 2

Logistica Inteligente

Exploramos cómo las plataformas integradas, desde WMS hasta TMS y BI, transformaron la logística en eje estratégico del negocio y tener una Logística inteligente.

🔗 Este artículo fue inspirado en la entrevista a Mauricio Lipscher en Keru Podcast.
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Durante años, la logística fue vista como un “centro de costos”, un área encargada de mover, almacenar y despachar. No tenía acceso al núcleo de las decisiones ni estaba considerada parte del diseño estratégico de la operación. Esta visión nació de una limitación tecnológica: sin plataformas conectadas en tiempo real, la logística era, en esencia, una función contable retardada.

Todo cambió cuando las plataformas logísticas integradas empezaron a conectar el almacén, el transporte y la planificación con el resto del negocio. Lo que antes era movimiento físico hoy es también procesamiento de datos. Y lo que antes se analizaba en retrospectiva ahora se puede anticipar.

“No podés pedirle a logística que piense estratégicamente si no le das visibilidad en tiempo real”, repiten muchos gerentes operativos. La tecnología cambió esa ecuación.


De operación reactiva a coordinación sistémica

En la mayoría de las pymes industriales de LATAM, los primeros sistemas de gestión logística eran planillas. Luego vinieron los módulos contables del ERP, que permitían ver existencias o emitir remitos, pero con información diferida y sin conexión con producción o transporte.

La llegada de herramientas como WMS y TMS en operaciones industriales permitió, por primera vez, visibilizar el flujo logístico como un sistema en sí mismo. Un WMS (Warehouse Management System) gestiona el layout, la rotación, el picking y la trazabilidad de inventario en tiempo real. Un TMS (Transportation Management System), por su parte, organiza cargas, rutas, disponibilidad de unidades y costos de entrega.

Pero la verdadera transformación ocurre cuando ambos sistemas se integran —ya sea de forma nativa o a través de un ERP centralizado— y se alimentan con datos desde sensores IoT, GPS, escáneres o herramientas de planificación. El resultado: una logística inteligente, capaz de tomar decisiones coordinadas con compras, producción y ventas.

La logística inteligente es la capacidad de orquestar el flujo físico de materiales mediante datos conectados en tiempo real con múltiples sistemas del negocio.


¿Qué pasa cuando no existe esa integración?

  • El inventario está en tránsito, pero nadie sabe dónde.

  • Un pedido se retrasa, pero no se detecta hasta que el cliente se queja.

  • El almacén está lleno, pero lo urgente quedó en la parte de atrás.

  • Se planifica producción sin saber si hay espacio o transporte disponible.

Estos errores no son fallas humanas. Son el resultado de operar sin visibilidad. Y la visibilidad solo puede lograrse cuando la logística deja de ser un apéndice y se convierte en una plataforma conectada.

Una vez que la logística se vuelve visible, lo que sigue es inevitable: se vuelve influyente. Tener datos en tiempo real no solo permite tomar mejores decisiones logísticas, sino que transforma cómo se planifica la producción, cómo se mide la eficiencia y cómo se responde a los clientes.

El paso clave no es solo contar con un WMS o un TMS, sino integrarlos a un sistema más amplio de plataformas logísticas integradas, donde el dato circula con lógica de red y no por silos.

Una plataforma logística integrada es aquella que conecta inventario, transporte, compras, producción y ventas en tiempo real, mediante capas tecnológicas interoperables.


WMS y TMS como cimiento de la nueva toma de decisiones

Cuando el WMS ya no está aislado del sistema comercial, puede anticipar picos de demanda y reorganizar layout de picking. Cuando el TMS se conecta con producción, puede optimizar cargas desde el mismo momento en que se lanza una orden de trabajo.

Y cuando ambos se alimentan de inteligencia de negocios —con tableros operativos de KPIs, alertas automatizadas y escenarios simulados— entonces la logística deja de ser operativa y pasa a tener función de diseño.

Algunos ejemplos reales:

  • Caso 1: Una empresa de alimentos que usó su TMS para detectar zonas de entrega con mayor variabilidad climática, ajustando buffers y niveles de stock en cada punto de distribución.

  • Caso 2: Una metalúrgica que conectó su WMS con su módulo de ventas y logró reducir en 40% los pedidos incompletos por falta de insumos ubicados físicamente, pero no visibles.

En ambos casos, lo central no fue la herramienta, sino la integración. Las decisiones dejaron de depender de “lo que vemos en el depósito” y pasaron a surgir de sistemas que correlacionan información de múltiples áreas.


¿Cómo se acompaña este salto con metodologías reconocidas?

Aquí es donde los marcos de referencia ayudan a dar orden y lógica a la implementación. Uno de los más valiosos es el modelo SCOR en supply chain, desarrollado por APICS.

El modelo SCOR (Supply Chain Operations Reference) es un marco metodológico que estructura toda la cadena de suministro en cinco procesos clave: Planear, Aprovisionar, Fabricar, Entregar y Retornar.

Aplicado a logística, permite:

  • Establecer métricas comparables con otras empresas del sector.

  • Diagnosticar cuellos de botella en el proceso de entrega.

  • Diseñar dashboards alineados con estándares internacionales.

  • Medir eficiencia logística más allá del costo (nivel de servicio, confiabilidad, flexibilidad, etc.).

Por ejemplo, bajo SCOR, la logística no se mide solo por “costo por entrega”, sino también por fiabilidad del pedido perfecto, ciclo total de cumplimiento o agilidad ante cambios inesperados.

En combinación con prácticas de Lean Logistics, muchas empresas han rediseñado su operación logística para:

  • Reducir movimientos innecesarios en el almacén.

  • Eliminar sobreprocesos como la doble validación física.

  • Establecer flujos “pull” desde el cliente hacia la fábrica.

En resumen, la logística inteligente se apoya en tecnología, pero se valida con metodología.


Cultura: el gran cuello de botella

Pese a las herramientas disponibles, muchas empresas siguen operando con lógica de los años 90:

  • El responsable de logística es el último en enterarse de un pico de ventas.

  • Las rutas de entrega se asignan en papel o según experiencia previa.

  • El inventario crítico no está geolocalizado ni priorizado.

  • Se planifica sin tener en cuenta disponibilidad de espacio físico o vehículos.

Estas prácticas no se deben a ignorancia, sino a estructuras heredadas. Por eso, la transformación hacia plataformas logísticas integradas necesita ir acompañada de un cambio cultural.

Cambiar el software sin cambiar la cultura solo digitaliza la ineficiencia.


Tres decisiones que marcan el salto a una logística inteligente

  1. Diseñar la logística desde el flujo, no desde el costo.
    Es decir: entender el costo como resultado, no como punto de partida. El diseño debe buscar fluidez, visibilidad y capacidad de respuesta.

  2. Invertir en interoperabilidad.
    No sirve sumar herramientas si no están conectadas. Un WMS aislado es mejor que Excel, pero está lejos de lograr impacto si no se comunica con producción, compras y transporte.

  3. Redefinir los indicadores.
    Cambiar “despachos diarios” por “pedidos perfectos”; “tiempo de entrega” por “capacidad de reacción”; “stock promedio” por “nivel de servicio por SKU crítico”.


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Reflexión final: de logística funcional a logística pensante

La logística ya no es un apéndice que se activa al final del proceso. Hoy es un cerebro conectado, que alimenta decisiones comerciales, define prioridades productivas y protege la experiencia del cliente.

Un sistema logístico inteligente no es solo más eficiente: es más consciente. Permite anticipar, rediseñar, aprender y proponer.

Si tu logística aún se mide solo en kilómetros y costos, quizás estás dejando fuera lo más importante: su capacidad de pensar con el negocio.

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